Tips

No me respetan, ¿será que me estoy faltando al respeto yo?

¿Te ha pasado que percibes que algunas personas no te escuchan, no valoran tu tiempo ni tu energía? Esta reflexión parte de una experiencia que viví y que me llevó a confrontarme con mi amor propio, respeto y cómo romper ciclos que hacen daño.

Hay situaciones que parecen “normales”, pero que en el fondo tocan heridas más profundas. Hoy quiero compartirte una experiencia que me llevó a hacerme una pregunta crucial: ¿si yo no me respeto, cómo puedo esperar que otros lo hagan?

Cuando el silencio no es paz

Durante un tiempo he trabajado con personas que también son amigos. Eso, para muchos, de por sí, ya resulta retador. En lo personal no lo vi así, porque para mí, trabajar con gente que aprecias y quieres que le vaya bien, es ponerte al servicio de que ellos logren sus sueños mientras tú lo haces.

Sin embargo, más allá de la amistad, del talento que ellos y yo tenemos, había algo que no me hacía sentir bien, pero que normalicé y sobrellevé como pude (a veces con frustración y otras resignación) porque quería que lográramos muchas cosas juntos en ese proyecto. 

Desde antes, sabía que nuestras formas de trabajo eran distintas, nuestras personalidades también. Pero ahí estaba, desde mi perspectiva lidiando con la falta de seguimiento, de respuesta, de presencia.

Podía enviar una propuesta, entregar un trabajo, preguntar por avances… y pasar días o hasta semanas sin una respuesta. Sin embargo, cuando por fin regresaban, era como si nada hubiera pasado. Y yo, muchas veces, lo aceptaba y seguía.

Una situación que me confrontaba, porque aunque se trataba de su empresa, en los proyectos que yo atendía o que quería impulsar, parecía que por parte de ellos no había interés de que fluyeran y se atoraban más de la cuenta, desde mi perspectiva.

Me sentía muy comprometida con que pasaran cosas, pero sentía que no era recíproco o que simplemente el que no hubiera eco quizás se debía a que ellos tenían otras prioridades. En fin, diversos escenarios y situaciones que vividos desde lo laboral me han hecho analizar mucho de mí, porque los traslado al impacto general de mi vida personal.

El punto de quiebre: renunciar para respetarme

Este año, después de mucho tiempo con esa dinámica, decidí renunciar. No fue fácil. Me dolió, me cuestioné, incluso me sentí culpable. Pero también sentí algo que hace mucho no sentía: paz interna.

Tomar esa decisión me hizo darme cuenta de que seguir en ese lugar con esa dinámica, era una forma de seguir faltándome al respeto a mí misma. Porque aunque me doliera y creyera que era “culpa de otros”, en el fondo es cierto que no somos nadie para cambiar a los demás y que además, lo único que yo podía y debía cambiar era la forma en que yo me trataba, me defendía y respetaba mi valor.

¿Por qué permitimos ese tipo de relaciones?

No soy psicóloga, pero creo que muchas veces repetimos escenarios donde buscamos ser vistas, valoradas, escuchadas… incluso en espacios donde no nos lo van a dar.
Esto puede tener raíces profundas: infancia, experiencias pasadas, baja autoestima, miedo al rechazo o al abandono. Pero también puede ser un simple pero poderoso patrón: cuando no nos hemos puesto como prioridad, permitimos que otros tampoco lo hagan.

Señales de que podrías estar faltándote al respeto:

  • Toleras el silencio como respuesta, incluso cuando se trata de temas importantes.
  • Justificas constantemente a quienes no valoran tu tiempo.
  • Entregas más de lo que recibes y te cuesta poner límites.
  • Sientes culpa por renunciar a relaciones que ya no te hacen bien.
  • Notas que este tipo de dinámicas se repite con diferentes personas y en distintas áreas de tu vida.

Entonces, ¿qué hacer para romper el ciclo?

🔹 Haz una pausa consciente
Antes de reaccionar o seguir en automático, detente. Respira. Pregúntate: ¿esto me suma o me resta?

🔹 Valida tu sentir
No estás exagerando. Lo que tú sientes es válido. Si algo duele, es porque algo necesita ser atendido.

🔹 Pon límites claros
Esto no significa pelear ni cortar de tajo (aunque a veces sea necesario). Significa decir “no” a lo que te lastima y “sí” a ti misma.

🔹 Reconoce tu parte con amor
Permitiste cosas que hoy ya no quieres permitir. Está bien. No se trata de culparte, sino de aprender. Cada vez lo harás mejor.

🔹 Busca nuevas formas de relacionarte
Rodéate de personas y espacios donde la comunicación sea clara, el respeto mutuo y la energía fluya. Las relaciones humanas no tienen por qué doler.

Respetarme no es egoísmo, es amor

He aprendido que respetarme es una forma de enseñarle al mundo cómo quiero ser tratada. Que el silencio del otro no puede ser más fuerte que mi propia voz.
Y que no pasa nada si decido cerrar una etapa, una relación o un trabajo: lo que sí pasa es que empiezo a abrirle la puerta a algo mejor.

Y cuéntame, ¿has vivido algo similar? ¿Sientes que estás en un ciclo que se repite? Te leo en los comentarios o compártelo con alguien que necesite leer esto hoy.

Recuerda: lo que permites, enseñas. Que lo que enseñes a partir de ahora, sea respeto, amor y luz.

Comparte

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *