Quiero morir mientras duermo
Durante mucho tiempo pensé que la mejor forma de morir era mientras dormía.
¿Por qué? Porque veía la muerte como un paso difícil, una despedida que, de por sí, ya era dolorosa. Si debía llegar, lo último que quería era que fuera a través de una experiencia trágica o llena de sufrimiento.
Así que, en mi mente, la manera más pacífica de trascender esta vida era morir durmiendo. Y aunque no he cambiado de opinión del todo, sí ha cambiado mi perspectiva sobre la muerte, la forma en que sucede y, sobre todo, cómo quiero que me encuentre cuando llegue.
Vivir sin riesgos, ¿es realmente vivir?
Pensar en morir mientras dormía lo asociaba con una vida tranquila, con pocas preocupaciones. Pero al mismo tiempo, esa tranquilidad también significaba no vivir al máximo: evitar riesgos, pero también emociones.
Era como el pensamiento que muchos tuvimos en pandemia: «si no salgo de casa, no me enfermo y, por ende, no muero». Y si lo trasladamos a la vida en general, significa minimizar los riesgos de morir a través de no vivir en plenitud.
Y ahí me di cuenta: ¿realmente quería pasar la vida con miedo a que se acabara?
El miedo a la felicidad y el temor a lo que viene después
Otra creencia que me acompañó por mucho tiempo fue pensar que, cuando la vida me estaba mostrando su mejor versión, algo malo estaba por venir. Si me sentía feliz, plena y todo fluía increíblemente bien, mi mente susurraba: «algo doloroso está por pasar».
Un pensamiento que, sin darme cuenta, me impedía entregarme del todo a los momentos felices.
Fue entonces cuando entendí que estas ideas estaban creando una combinación poco favorable para hacer lo que realmente estamos aquí para hacer: vivir.
Así que elegí dejar de temerle a la muerte, pero sobre todo, elegí dejar de temerle a la vida en plenitud.
No quiero morir mientras duermo, quiero que la muerte me encuentre plena
Esta decisión no hizo que, de la noche a la mañana, todos mis miedos desaparecieran. A veces, cuando estoy viviendo momentos de mucha felicidad, esa vieja creencia intenta regresar. Pero ahora, en lugar de enfocarme en el miedo a lo que vendrá después, me concentro en el presente, en lo que sí está sucediendo.
Y con ese cambio, también transformé mi deseo de morir mientras dormía.
Ya no quiero simplemente que la muerte me encuentre sin dolor y con calma. No solo quiero morir mientras duermo. Quiero que me encuentre en plenitud.
Quiero que, cuando llegue, pueda decir que viví sin miedo al final, que no me guardé nada, que no dejé que la vida decidiera por mí. Que me enfoqué en hacer realidad mis sueños, que creé, construí, contribuí y viví como mi vida merecía ser vivida.
Porque entendí que viva al máximo o viva a medias, la muerte igualmente me alcanzará.
Así que, si tengo la oportunidad de elegir, prefiero que mi historia termine sabiendo que lo di todo.
¿Te has sentido identificada con este miedo? ¿Te ha pasado que evitas entregarte por completo a la felicidad por miedo a lo que pueda venir después? Cuéntamelo en los comentarios. Me encantará leerte.

