Ari en el mundo

Viaje de chicas

Viajar es de las actividades que más disfruto en la vida y este año como ya te he compartido antes, estuvo marcado por algunos viajes significativos, especiales, únicos y diferentes entre sí, pero todos ellos los veo yo como un camino para conectar conmigo a profundidad, agradecer y valor lo que fue, abrazar lo que es y abrirl el corazón a lo que será. 

La primera parte de este camino fue el “viaje de chicas” que hice con mi mamá, hermana y sobrina. Un viaje donde recorrimos varias ciudades de Europa juntas, donde mi sobrina pudo conocer ciudades que le ilusionaba visitar y algunas otras que elegí porque a mí me habían gustado tanto cuando las visité, que deseaba que ellas pudieran conocer; pero sobre todo, hacerlo juntas le daba mayor significado. 

Yo con las tres llevo una muy buena relación, me siento muy afortunada y bendecida por tenerlas en mi vida, sin embargo, no significa que durante todo lo que llevo de vida la relación sobre todo con mi mamá y hermana haya estado exenta de enojos, peleas, discusiones o diferencias. 

Como toda relación entre seres humanos, existen los buenos momentos, pero también otros que no lo son tanto, y a través de los años, con el trabajo personal de cada una, es que puedo decir que en esta etapa es cuando llevamos la mejor relación.

En el caso de mi mamá, ella y yo no vivimos en la misma casa, pero si en la misma ciudad, entonces la veo al menos una vez a la semana. Nuestra relación se ha fortalecido creo yo que curiosamente desde que yo me mudé a vivir sola hace más de 10 años. Creo que saberla cerca y ella saberme cerca nos hace sentir bien, porque hoy en día podría decir que somos más unidas, nos acompañamos y entendemos. 

Con mi hermana y sobrina es distinta la relación, ya que ellas no viven en la misma ciudad, ni siquiera en el mismo país, entonces tenerlas lejos si bien lo tengo muy entendido y asimilado, porque sé que la vida que tienen es mejor en donde están, no dejan de existir momentos donde me gustaría tenerlas cerquita, pasar juntas más tiempo, compartir muchas anécdotas, ratos y risas con ellas. 

Es así que cuando hace unos años le propuse a mi sobrina que al cumplir 15 años hiciéramos un “viaje de chicas” me ilusionaba que por primera vez viajáramos las cuatro solas, que fuera el primer viaje de mi sobrina por Europa y sobre todo pasar algunos días para crear experiencias las cuatro juntas. 

Para el viaje yo me encargué de la organización, logística, traslados, reservas de hospedajes y actividades. Entonces tenía un ingrediente extra para mí, porque me resultaba importante que todo saliera muy bien y así ellas solo tuvieran que disfrutar. 

Si bien gran parte del viaje creo que así fue, también hubo experiencias que me recordaron una lección poderosa de vida y es que por más que uno crea tener todo bajo control, existen situaciones o momentos donde no todo depende de ti y entonces existirá el factor sorpresa que te lleve a vivir algo que no era conforme el plan, o donde tengas que improvisar, tomar decisiones, cambiar el rumbo o hacer ajustes para seguir avanzando. 

Es por ello que siempre digo y que puntualmente lo hablo en mi libro ¡Sí, viaja!, que los viajes nos llenan de lecciones y entonces aunque me había autoimpuesto la obligación de que todo el viaje saliera perfecto, quizás no salió tal cual el plan, pero si se dio perfectamente como debía ser

Por otro lado, lo más valioso para mí acerca de este viaje era que lo veía como un viaje de nuestro linaje femenino. En un espacio fuera de nuestra zona de confort para las cuatro, donde las experiencias, lugares y momentos nos llevarían a estrechar la conexión entre nosotras para saber que estábamos ahí cada una para las demás. 

Y es que la vida con el paso de los años nos ha trazado rumbos separados, porque cada una lleva su vida, y si bien existe el lazo de sangre así como momentos para reconectar, no hemos atravesado el camino juntas y entonces no podemos identificar el trabajo personal que cada una ha realizado, la evolución que hemos tenido, el cómo vemos la vida y las experiencias, lo que para cada una resulta importante, valioso, emocionante. 

Por ello, es que este viaje me parece que también era importante en ese sentido. Porque cada una hemos tenido nuestro propio recorrido, estamos en un nivel de consciencia que quizás por la poca convivencia desconocíamos y darnos el espacio de pasar 17 días juntas 24/7 nos obligó de manera voluntaria a reencontrarnos con la versión que cada una somos el día de hoy, comprendernos, disfrutarnos o hasta retarnos porque hay botones que entre nosotras podemos apretar y que hacen que la otra reaccione o se confronte con emociones inesperadas. 

Sé que todo son aprendizajes, experiencias necesarias para nuestra evolución, pero además que si así lo elegimos, la vida es maravillosa sobre todo cuando puedes pasar tiempo con las personas más importantes y valiosas para ti; es así que hoy me siento agradecida por haber vivido este viaje con ellas, en este momento. 

Hoy ha pasado poco tiempo del viaje, pero cada que veo las fotos me lleno de alegría, de emociones, de motivación para en un futuro poder seguir teniendo más experiencias compartidas a su lado; así que saber que en muchos años al ver nuevamente las fotos o videos de ese viaje, al menos yo me sentiré feliz y agradecida de que esos momentos hayan existido. 

«Viajar con las mujeres de tu vida no solo te lleva a recorrer el mundo; te lleva a redescubrirlas, a redescubrirte y a honrar la historia de amor, fortaleza y luz que comparten.»

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