Ari en el mundo

Descubriendo India a Través del Peregrinaje: Ciudades, Experiencias y Transformación

Tras comprender el significado del peregrinaje y su impacto profundo en el alma, quiero compartir las ciudades que recorrí en India. Cada destino trajo consigo enseñanzas, asombro y una conexión más profunda con la esencia de este país místico.

Delhi: El Caos y la Historia entre Mezquitas y Templos

Delhi fue mi primer contacto con la vibrante energía de India. Las calles rebosaban de vida, colores y sonidos. Visitar Qutub Minar, la Mezquita Jama Masjid, el Templo de Loto, el Gurdwara Bangla Sahib que es un templo Sij y el templo Shri Laxmi Narayan, me permitieron experimentar la diversidad espiritual que caracteriza al país. En el Fuerte Rojo, la historia cobró vida y entendí la magnitud del pasado de esta nación. Ir a la casa donde Mahatma Gandhi pasó sus últimos momentos de vida. Aprendí que el caos y la calma pueden coexistir en un mismo espacio.

Varanasi: La Muerte y la Vida en el Corazón del Ganges

En Varanasi sentí la vida y la muerte en su expresión más pura. Observar las ceremonias de cremación en los ghats me llevó a reflexionar sobre la impermanencia de todo. Los cantos devocionales en la ceremonia Ganga Aarti me envolvieron en una atmósfera de profunda espiritualidad. Además ir al lugar de Sarnath donde Buda comenzó a compartir sus enseñanzas.

Recorrer el Ganges fue una experiencia inolvidable, donde comprendí que todo en la vida fluye, como el propio río sagrado.

Jaipur: Palacios, Elefantes y la Magia del Rajastán

La «Ciudad Rosa» me envolvió con su esplendor arquitectónico. Desde el Fuerte Amber hasta el Palacio de los Vientos, cada rincón contaba historias de reyes y reinas. Ahí monté un elefante y también conocí el observatorio astronómico que en 2010 fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Jaipur me recordó que la belleza se encuentra en los detalles.

Agra: El Amor Eterno Reflejado en el Taj Mahal

Nada me había preparado para la belleza del Taj Mahal. Este mausoleo, construido por amor, se alzaba majestuoso ante mis ojos, recordándome que algunas emociones trascienden el tiempo y el espacio. 

Para esta experiencia comenzar el día muy temprano, llegar y ver algunos changitos, luego encontrarme ante la primera vez que veía el sol en la India (porque los días anteriores habían estado enmarcados por las nubes y contaminación), fue simplemente un momento mágico y místico.

Recorrer sus jardines y admirar los reflejos en el agua me hizo sentir pequeña ante la grandeza del arte.

Rishikesh: Yoga, Espiritualidad y el Fluir del Ganges

Rishikesh, la capital del yoga, me permitió conectar con mi cuerpo y mi espíritu a través de la práctica y de sus ceremonias. Ver fluir al Ganges a mi lago, me hizo sentir parte de algo mucho más grande. Cruzar el puente Lakshman Jhula, con monos saltando alrededor y unas cuantas vacas, me recordó la magia y el dinamismo de este lugar.

Esta ciudad además significó para mí mi primer contacto con el linaje de Sivananda (del que después te contaré más cuando te hable de mi experiencia siendo karma yogui en el ashram de Sivananda en Nueva York). Estando en Rishikesh nos llevando al kutir de Sivananda, un Swami nos recibió, compartió algunas historias y nos permitió estar ahí un rato. Y mi corazón, lleno de gratitud e impacto de que sin planearlo estaba ahí, en el lugar que fue hogar de Sivananda. 

Aquí también recibí un gran recuerdo de la India. Una vaca me dio un buen golpe en la pierna, por lo que me dejó tremendo moretón que ahora es parte de las anécdotas. 

También de forma improvisada me metí a las aguas del río Ganges, una experiencia poderosa. Y además fuimos al ashram famosamente conocido como de “The Beatles”. 

Para mí una ciudad con una mirada distinta al Ganges, a honrar y agradecer la vida, a llenar cada momento de devoción y gratitud con miradas de esperanza. Una de las ciudades a las que me encantaría volver. 

India: Un Viaje al Interior

Con esas ciudades culminaba el peregrinaje, para después comenzar la experiencia del Panchakarma en Kerala por 21 días, de la cual te hablaré más adelante. 

Cada una de estas ciudades dejó una huella en mi corazón y en mi manera de ver el mundo. Este peregrinaje fue un recorrido para honrar la vida, la muerte, a los seres humanos y animales, para sentir devoción, amor y gratitud; fue un viaje hacia dentro de mí. 

Hoy tengo claro que cada que pueda elegiré volver a India, que quiero experimentar más de todo lo que ahí se vive, que quiero profundizar en mi práctica de yoga en esos espacios sagrados, que quiero seguir aprendiendo de ayurveda, de meditación y devoción; que quiero conectar con mi dharma y sobre todo, seguir descubriendo que más hay en la vida desde esa perspectiva y qué más hay en mí.

India me enseñó que la vida es un constante fluir y que, al final del camino, el mayor destino es uno mismo.

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